¿Inducción o vitrocerámica?


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A la hora de equipar tu cocina es importante tener en cuenta las particularidades y los puntos fuertes que presentan ambos tipos. Vamos a ver cuál se adapta mejor a tus necesidades.
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Si estás embarcado en el equipamiento de tu cocina, es probable que te hayas preguntado cuáles son las diferencias entre inducción y vitrocerámica. Aunque hay quienes todavía se declaran fieles a la cocina de gas, al renovar su cocina un alto porcentaje de la población descarta esta última opción y se debate entre una de inducción o de vitrocerámica, pues simplifican la limpieza. Pero los consumidores no suelen tener muy claras las particularidades que presentan cada una de ellas ni cuál es más eficiente.

Vitrocerámica

Conviene que sepamos que la vitrocerámica es un sistema de cocina eléctrica consistente en una placa lisa de cerámica vitrificada. Esta última, tal y como nos explican en eldiario.es, ofrece una gran capacidad de resistencia al calor, además de facilidad de transmisión. Su diseño corresponde al de una superficie de cristal provista de dos a cuatro resistencias circulares, cuya parte superior actúa de fogones. Dichas resistencias se calientan a través de electridad y transmiten el calor a la superficie sobre la cual colocaremos nuestros utensilios de cocina.

El encendido se realiza mediante un botón dactilar desde el cual podemos regular la potencia. Una de las particularidades de esta clase de cocina es que nos ofrece un calor progresivo. Por lo tanto, ni los recipientes ni los alimentos se calientan de manera inmediata. No es preciso un menaje de ollas y sartenes específico e, incluso, admite guisos con ollas y recipientes de barro.

 

No obstante, este tipo de cocina gasta más energía que la de inducción y a largo plazo puede apreciarse un incremento considerable en la factura. En este sentido, según desgranan en un artículo de Nergiza, una web especializada en consumo eléctrico, la inducción gasta un 48% menos que la vitrocerámica. Quizás esta última característica sea la principal diferencia entre inducción y vitrocerámica.

 

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Inducción

Por su parte, la cocinas de inducción funcionan gracias a un potente imán que se estimula eléctricamente. Por lo tanto, se benefician de un principio físico conocido como la ley de Faraday que permite crear un campo magnético entre dos superficies: la placa y la base del utensilio, según podemos leer en la bitácora gastronómica ‘Directo al paladar’. Este campo magnético genera calor y convierte la superficie ferromagnética de la base difusora del menaje de cocina.

Una de las grandes fortalezas de este sistema es que resulta muy seguro, dado que el calor solo se concentra entre la placa y el fondo de la sartén u olla. Por lo tanto, evita posibles accidentes domésticos.

 

No obstante, existe una diferencia sustancial con la anterior y es que esta placa se calienta de manera mucho más rápida, incluso antes que la de gas. Además, esta clase de cocinas exigen una batería de ollas y sartenes especiales, y tampoco podemos emplear recipientes de barro.

 

Las placas de inducción son bastante más caras que las de vitrocerámica. De hecho, el precio se puede doblar. Todo ello hace que tengamos que meditar seriamente la compra, pues si cocinamos poco, no tendrá mucho sentido que apostemos por ella pues no amortizaríamos su compra.

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Es probable que tras esta breve exposición de ventajas y desventajas tengas un poco más clara tu decisión. Recuerda que la vitrocerámica es una opción más económica, pero tiene como contrapartida que habrá que extremar la precaución en el caso de que tengamos niños en casa, lo cual no sucede con las de inducción, pues resultan más seguras en este aspecto. Las de inducción, además, consumen hasta un 48% menos que la vitrocerámica. Pero ten presente que en la vitrocerámica puedes usar cualquier tipo de olla o sartén— incluso las de barro—, mientras que las de inducción necesitan una batería de sartenes y ollas específicas.

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